Javascript DHTML Drop Down Menu Powered by dhtml-menu-builder.com

MARTES SANTO Y LA HERMANDAD

Federico Ferruses Maciá

 

Cae la noche. El olor a primavera se mezcla con un ambiente de penitencia. El ruido de tambores y la luz de las antorchas aun se encuentran en la retina tras nuestra procesión del sábado, pero el sentimiento de renovación sigue en nosotros. Al fin se cierra la noche y la Hermandad se pone en marcha en su día grande.

Todo transcurre bajo el incesante ritmo de nuestras bandas. El Cristo de la Caída se acerca. Nuestra mente se centra en repasar todo aquello que hemos hecho bien, pero sobre todo en aquello que hemos hecho mal. Tras unos minutos de constante goteo de nazarenos cargados con una cruz al hombro, se divisa en medio de la oscuridad una luz. En efecto, es el Cristo de la Caída que un año después aparece en Callosa. Su caminar es lento, agotador, cansado…En Él se observa toda la carga que soportamos en nuestro día a día, el sufrimiento de nuestros corazones, pero a la vez las alegrías que nos mueven a golpe de sentimiento hacia los demás y hacia nosotros mismos. La mirada del Cristo de la Caída es la esperanza; el peso cada vez más insoportable de la cruz y el canto desgarrador de una saeta no es más que el grito desesperado de dolor que solo nosotros escuchamos en nuestro interior cuando las cosas no marchan bien.       

En tan solo unos minutos, los que se tarda en llegar a casa, en despojarse de la vesta y dejar que todo lo vivido empiece a inundar el pensamiento, el  Nazareno pide al cielo ponerse en marcha otra vez. El corazón piensa que no es posible tardar todo un año en volver a repetir la experiencia; pero el tiempo avanza y el Cristo de la Caída está otra vez a las puertas y, otra vez vuelve a desafiar a la muerte con sus ojos de vida. El Martes Santo en Callosa tiene color verde, y las calles son para el caminar de Jesús caído.

volver

ENLACES

info@nazarenosdecristo.com

©magp